Déjame que mire con las cuencas vacías
y diseñe un horizonte perfecto.
Una línea díscola que sin retorno
se agazapa en un punto de fuga imaginario.
Olvídate de que ya no hay mar sobre el plano
y que por una grieta se está comenzando a ir.
Crea en mí una superficie leve que responda
a la presión más tenue,
entonces,
para iniciar el rito del borrón
o cuenta nueva.
Préstame tus útiles de alfabeto
para que yo comience a desaprender las letras.
Róbame el punzón, y el atril o la goma
y permite que haga de la nada
un ser caótico con ganas de fiesta.
Sin afán alguno por ejecutar
algo que tenga que ver con esa línea aérea
que hace días unió sus extremidades
para travestirse de una esfera imperfecta.
