Madrid con otros ojos,
obstinados e inquietos.
Cuadrados rectángulos
que miran sin pestañear.
Madrid en sombra
sin edificios aéreos,
sin pronóstico favorable
a un paseo en brisa contraria.
Madrid ya no huele
ni sabe a contemplación
sino a pérdida,
a asfalto ardiendo,
a diesel o gasolina
a aceite de motor que resbala por la acera.
Madrid afónica sin talante ni bienvenida.
A la que le falta el pulmón derecho
y obliga a circular por el izquierdo.
Madrid se desliza incauta o rota
mientras peatones con menos futuro
se preguntan cuándo fue.
En qué momento del paseo por sus parques
se les rompió el fémur
y procedieron a caminar agachados
haciendo pasos lentos con las palmas de las manos.

Madrid enfermo y triste por los tiempos que nos han sobrevivido.
Me gustaMe gusta