Ángel dormido

Hay un ángel al otro lado de mi espalda

que piensa mientras duerme

y dudo de si duerme pensativo

contemplando la danza de mis abejas.

Hay un grillo en el centro de mi pensamiento

que grilla celeste cuando se despierta 

y me voltea para besarme.

Hay dos brazos que reptan hasta mis orejas

y declaran con parsimonia que su vida es esa.

Crepitar y sonar a ritmos dispares

con cadencias arrítmicas.

Hay un corazón voraz en la mitad de mi espalda

que bombea agua o sangre según le place.

Hay un ángel dormido

que agita mis anulares para sellar mis labios

con el afán de silenciar

lo que se derrama mientras duerme y piensa

y duda sobre si girarse y asirse

a esta escápula mía que 

busca su par en su otra espalda.

Elizabeth Rodríguez Checa

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