Hay un ángel al otro lado de mi espalda
que piensa mientras duerme
y dudo de si duerme pensativo
contemplando la danza de mis abejas.
Hay un grillo en el centro de mi pensamiento
que grilla celeste cuando se despierta
y me voltea para besarme.
Hay dos brazos que reptan hasta mis orejas
y declaran con parsimonia que su vida es esa.
Crepitar y sonar a ritmos dispares
con cadencias arrítmicas.
Hay un corazón voraz en la mitad de mi espalda
que bombea agua o sangre según le place.
Hay un ángel dormido
que agita mis anulares para sellar mis labios
con el afán de silenciar
lo que se derrama mientras duerme y piensa
y duda sobre si girarse y asirse
a esta escápula mía que
busca su par en su otra espalda.
