A Sagrario la vida le sabe parecida a Jerónima y esta ya ha hablado con Purificación y han llegado a la conclusión de que les pasa lo mismo. Felicidad y Saturnina aunque son muy diferentes en apariencia sienten algo similar y lo saben porque se lo han dicho a Sagrario y entre todas han acertado a describir perfectamente el sabor de la soledad. Desde que se murieron sus maridos han tenido mucho tiempo para pensar y mucho más para sentir, pero todas afirman que cuando no están ocupadas les da por sentir demasiado y se ponen, mejor, a pensar. Porque parece ser que pensar duele algo menos.
A Sagrario la vida se lo ha puesto fácil siempre porque Dionisio, su marido, fue un hombre de los pies a la cabeza. Aparte de cariñoso. Purificación no puede decir lo mismo de su Paco pero en el fondo parece sentirse afortunada porque nunca le ha faltado de nada y la pensión la ha puesto en su casa. Felicidad se quedó viuda a los cuarenta y pocos y aunque le cuesta recordar con detalle a su marido Nicolás afirma con rotundidad que vivieron un matrimonio muy apasionado. Que los tres hijos que tuvieron tan seguidos no fue por obra del Espíritu Santo. Cuando lo dice se pone un poco colorada. Y Saturnina, la pobre Saturnina, ha sido la última en quedarse sola. Apenas tres meses hace de la muerte de su Manuel, un hombre que llevó su enfermedad con la dignidad de un capitán general. Solo le escuchó quejarse cuando un dolor agudo le dio en el pecho, a la altura del corazón.De ese ya no salió cuando entró a quirófano. Saturnina cuando lo cuenta a las amigas siente otro dolor parecido porque, como ella les dice, se fue con dolor de amor.
(Dedicado a nuestros mayores y en especial a aquellos que han vivido en soledad su confinamiento. A ellos, porque casi todo lo pueden)
