Aire leve
que se deposita en esquinas sin aristas,
agua que guarda su turno en coladores acribillados de luz.
Así llegaste tú,
de un modo silente y cauto, perezoso
pero alerta
a los minúsculos cambios de un entorno poco hostil.
Y de otra manera no menos insólita
también aparecí
yo,
una obtusa soñadora con aire sin embotellar.
Te miré, me oteaste, te oí, me ubicaste
no sé dónde.
Yo te coloqué frente a mí.
Te besé, me devolviste el beso y
los que vinieron después.
Con todos hice un apaño :
un croquis donde no se olvidan tus muros de carga
Y otros imprescindibles para evitar la caída libre.
De ese modo me voy identificando con lo que
NO hago
NO digo
NO pienso
NO huelo
por seguir fiel a mi vuelo.
Es intenso seguir el instinto
cuando parecía que había perdido el olfato.

Ilustración de Fernando Mekolay