Anudada en la última tripa
espera quieta una emoción rara
que parece encontrar gusto
en que la atienda, puntual
exigente
perpetua.
Los días se suceden
mientras ella se complace
en mantenerme alerta
obstinada,
rotunda.
Meto la mano con la firme convicción
de que puedo aniquilarla.
Abro bien la carne
separando la sangre del hueso mojado
pero ir al tacto solo me devuelve al principio
de una búsqueda exigua
e indolente.
Me da por llorar
y lloro
me empeño en volar
pero no vuelo.
Tomo conciencia de mi amputación
en este límite intransigente
y me tropiezo con unas manos que fueron alas
y unas alas que nunca dejaron de ser manos
hoy envueltas en plumas viejas
que de tan pesadas
han aprendido los límites
de un cielo tejido
con puntadas torpes
o atropelladas.

Ilustración de Alexandra Haynak en Pixabay
El vuelo sin motor by Fátima Rodríguez Checa is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en https://elvuelosinmotor.com/.
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